El Modelo de explotación agroindustrial es ilegal y determina un serio riesgo para la apicultura.(1)
Dr.
Pedro Sebastián Kaufmann
Apicultor,
Abogado.
Miembro de la Mesa Directiva de la
Sociedad Argentina de Apicultores
Correo:
pedro.kaufmann@yahoo.com
Resumen:
El
modelo agroindustrial instalado en las últimas décadas en Sudamérica, debe
ser considerado ilegal y violatorio de los derechos humanos, y directamente
responsable de la pérdida de biodiversidad fitogenética, así como de abejas
melíferas y otros insectos polinizadores, y como consecuencia de ello, del
deterioro y/o desaparición de la apicultura y de sus apicultores, en vastas
zonas de la región.
La
pérdida de la diversidad biológica no es un efecto marginal, ni una
externalidad negativa del modelo agroindustrial, sino un objetivo preciso de
su estrategia de conquista del mercado.
Resulta
necesario dotar de legitimidad a asociaciones apícolas a nivel regional para
accionar en bloque en este escenario.
Debe
instituirse a la apicultura como actividad productiva esencial de nuestros
países, en relación directa con el principio constitucional de garantizar la
biodiversidad. Las abejas son garantes
de biodiversidad, pues son los polinizadores más eficientes de plantas
silvestres y de cultivos para la alimentación humana y animal. Esto
permitiría elevar el rango de la apicultura como un bien social del Estado,
que permita diseñar planes y programas de fomento real de la actividad, garantizar
el desarrollo de los apicultores y procurar el equilibrio de los procesos de
producción agrícola ganadera, dentro de parámetros que respeten el ambiente,
la biodiversidad y la sustentabilidad económica y social.
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1.-
Introducción. La pérdida de biodiversidad en América del Sur.
Alrededor
del 80% de la diversidad de semillas en estado natural en todo el mundo, ha
desaparecido en el último siglo, con una perceptible aceleración en las últimas
décadas. (FAO 2010)(2). Esa disminución de la diversidad no responde
a avatares ajenos a la acción del hombre, sino que en mayor o menor medida, de
acuerdo a cada región, se revela en escenarios reconocibles, ligados a actividades de explotación antrópicas. Uno de los factores primarios causante de la pérdida
de biodiversidad, es la destrucción de bosques. En Argentina en 75 años ha
desaparecido el 66% de sus bosques nativos.(3) En Brasil, en los últimos
40 años se ha degradado el 20% de la Amazonia (4) y figura primero en la
lista de desaparición de bosques de la Evaluación de los Recursos Forestales Mundiales
2015 de Naciones Unidas, que coloca además, a la Argentina, en el noveno lugar
y al Paraguay le atribuye una tasa escalofriante de desmonte del 1,9% anual del
total de su superficie de Bosques (ONU 2015) (5). Ello está íntimamente ligado a la presión
demográfica y a la “necesidad” de
extender la frontera agrícola para implantar monocultivos industriales, que
subsumen en su esencia, la utilización de millones de litros de productos
fitosanitarios, y la adopción obligada de semillas de diseño de alto
rendimiento.(6) Pero a ello, hay que sumar otro fenómeno
moderno, que es el control oligopólico de las semillas, que además de implicar
una virtual confiscación del derecho atávico al uso de las semillas propias, por
parte del agricultor local, y el consecuente pago de regalías y patentes,
determina la exclusiva utilización de ciertas semillas de “alto rendimiento” en
perjuicio de la diversidad de semillas autóctonas.(7)
Todos estos cofactores coadyuvan a la
pérdida de la biodiversidad. El 80% de las semillas comercializadas en el mundo
está en manos de diez empresas. El 20% restante en cientos de miles de
agricultores. Tres empresas transnacionales manejan más del 50% del mercado de
las semillas del mundo. Hace veinte años el mercado de los agroquímicos estaba
en manos de 65 empresas, hoy sólo 9 de ellas controlan el 92% del mercado.
El control de las patentes de las
semillas, de los eventos transgénicos, y de los agroquímicos necesarios para el
éxito de la fórmula de la explotación intensiva de la tierra, en escasas manos,
determina que el mercado se concentre y verticalice. La industria de pequeñas
compañías semilleras, con Estados más o menos presentes a través de programas
públicos de décadas atrás, dio paso a un nuevo paradigma, el de una industria
dominada por un puñado de corporaciones transnacionales. La mayor parte de estas
corporaciones son en sus orígenes productores de químicos, y que ahora, además impulsan
cultivos modificados genéticamente que pueden soportar una agricultura con uso
intensivo de insumos agrotóxicos.
2.-
La devastación socio ecológica como modelo corporativo de la agroindustria.
En cierta etapa de nuestra historia la
pérdida de la biodiversidad aparecía como una consecuencia, no querida, del
incipiente desarrollo industrial. En la
actualidad, por el contrario, puede afirmarse que la pérdida de la diversidad
biológica no es un efecto marginal, ni una externalidad negativa del modelo
agroindustrial, sino un objetivo preciso de su estrategia de conquista del
mercado.
Los eventos transgénicos para la
producción estandarizada de semillas, que a su vez tienen marca registrada por
sus desarrolladores, en un uso legal aunque ilegítimo de los derechos que le
otorgan esas patentes, determina la transformación de la producción de
alimentos en fabricación de mercancías. En igual sentido, se advierte una
mutación ética del otrora trabajo agrícola, en procesos agroindustriales, en
los que se apropian y destruyen los mecanismos de producción de alimentos y
consolidan monopolios que expulsan a los campesinos de sus tierras y aplican un
modelo global que no respeta en modo alguno el cuidado y la preservación del
ambiente.
La esencia del modelo es justamente
producir más mercancías. Mercancías, no
alimentos. Con semillas de diseño,
patentadas, que requieren ampliar la frontera agrícola para tener más
superficie cultivada de la misma semilla y eliminar cualquier otra, con la
modernidad materializada en un coctel disuasivo de herbicidas, fungicidas e
insecticidas producidos por la misma corporación. Quien maneja los alimentos en el mundo,
maneja el mundo (8).
La devastación socioecológica que produce el modelo viola derechos humanos y el
humano derecho a una vida armónica en un ambiente sano.
3.-
El poder corporativo y la falacia de su combate contra el hambre en el mundo.
El eje publicitario de esta agricultura
industrializada ha instalado la necesidad de dotar de alimentos al mundo, pues
la creciente población mundial requeriría de ingentes cantidades de alimentos
para combatir el hambre. El poder corporativo en el sistema alimentario ha tomado
también el control de los medios de comunicación, y con ello crea un escenario
salvacional en donde la agroindustria es la benefactora del mundo. Ante el
debilitamiento del poder político de los Estados, de la escasa intervención de
los organismos internacionales o bien de la cooptación de estos (9), el poder corporativo de
la agroindustria, maneja a su antojo las variables políticas, económicas,
sociales, comunicacionales y ambientales de su negocio. Sin embargo, la realidad muestra otro
escenario. La agroindustria
utiliza el 80% del área agrícola mundial pero sólo produce el 30% de los
alimentos, mientras que el resto se produce a través de mecanismos de
agricultura familiar y/o agroecología (10) El modelo agroindustrial
no produce alimentos, sino forraje y biodiesel.
Es la pobreza la causa del hambre en el
mundo, no la falta de producción de alimentos (11). La falta de distribución equitativa de la
riqueza y no la ausencia de alimentos, es la causante del hambre.
4.-
Una segunda falacia que atraviesa al bies la apicultura: La agroindustria
utiliza menos agrotóxicos que la agricultura tradicional.
Uno
de los argumentos utilizados en Argentina para avalar y estimular la siembra
directa y el uso de agrotóxicos de última generación, es la afirmación de que éstos
son más precisos que sus antecesores, más efectivos y selectivos y entonces se
requiere menor cantidad de principio activo para obtener resultados eficientes.
Falso. En Argentina, en 20 años, de 1991 a 2012, la superficie cultivada de
cereales y oleaginosas aumentó un 50%, de 20 millones a 30 millones de
hectáreas y el consumo de agrotóxicos aumentó de 39 millones a 335 millones de l/año,
es decir, un incremento del 858%, incluyendo en esta cuenta herbicidas,
insecticidas y fungicidas.(12)
5.-
Un (des)modelo que destruye la apicultura
Este proceso agroindustrial genera
externalidades negativas gravísimas para quienes desarrollamos la
apicultura. Más aún si tomamos como
ejemplo a la Argentina, que es sin duda, un país que se encuentra a la cabeza
de la producción y exportación de mieles
de calidad y es, a la vez, abanderada de una política agroindustrial de
adopción de cultivos genéticamente modificados.
El cuadro de situación descripto, de
cientos de miles de hectáreas desforestadas, los millones de litros/año de
agrotóxicos volcados a la tierra, al aire y al agua disminuyen en forma grave
la población de polinizadores y especialmente de abejas melíferas. En este
mismo proceso de tierra arrasada por herbicidas, desaparecen las flores
silvestres y con ellas néctares y pólenes diversos. La frontera agrícola año
tras año avanza desalojando a la apicultura tradicional de las zonas centrales
de la pampa húmeda. Esta nueva realidad
determina un proceso de retracción profunda de la apicultura, condicionando la
supervivencia de miles de apicultores, y con ello la cantidad de colmenas en
producción. A su vez, los menores rindes
productivos han convertido a la apicultura en una actividad económicamente no
siempre sustentable. Así el traslado de
colmenas a lugares no tradicionales, la necesidad de lograr mayores rindes con
menores floraciones, el impacto de los agrotóxicos en forma directa o indirecta
sobre las abejas, conlleva a que
simultáneamente el apicultor genere una mayor presión sobre sus colmenas para
lograr rendimientos mínimos necesarios para sostener la actividad
productiva. Todo ello determina un mayor
stress sobre la población de abejas y un manejo que exige cada vez más y
obtiene menos a cambio, con la consecuente puesta en riesgo del equilibrio de
la especie Apis mellifera.
Los apicultores comprobamos en la
práctica cotidiana la relación directa que existe entre el crecimiento del
modelo agroindustrial y el deterioro de la actividad apícola. Apiarios completos arrasados por fumigaciones
con insecticidas generalmente neonicotinoides o fiproniles. Campos secos luego
de la lluvia de herbicidas. Abejas que pierden su alimento, que se debilitan
por la acción subletal de los tóxicos,(13) que ven limitada y
deteriorada su capacidad de comunicación entre los miembros de la colmena. Virus oportunistas, ácaros que se fortalecen
frente a la debilidad de la colmena.
6.-
Ilegalidad e ilegitimidad del Modelo Agroindustrial.
En las últimas décadas, con mayor o
menor intensidad, las legislaciones
latinoamericanas han puesto atención en el cuidado del ambiente. La
Declaración de Río de Janeiro de 1992 aportó la concepción de que el derecho a
un ambiente sano es un derecho humano.(14) El derecho a gozar de un
ambiente sano se encuentra en las constituciones nacionales de Argentina,
Chile, Perú, Paraguay, Brasil, Colombia, Venezuela y Uruguay. Ecuador (2008) y
Bolivia (2009) (15) avanzaron conceptualmente y reconocieron el
derecho de la naturaleza.
Tomando como ejemplo el Art 41 de la Constitución
Nacional de la República Argentina, categorizado como Protección del Ambiente,
podemos observar que su contenido determina que: ”Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano,
equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades
productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las
generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo. El daño ambiental
generará prioritariamente la obligación de recomponer, según lo establezca la
ley.”
“Las
autoridades proveerán a la protección de este derecho, a la utilización
racional de los recursos naturales, a la
preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad biológica,
y a la información y educación ambientales…”
Esos párrafos aseguran un marco
protectivo del derecho humano a un ambiente sano y sustentable, dedicando un
apartado especial a la preservación de la diversidad biológica.
En nuestros sistemas jurídicos latinoamericanos
que abrevan en fuentes Románicas todos ellos, las Constituciones Nacionales
resultan la cúspide normativa y fuente rectora de todo el derecho interno de
nuestros países. Por tanto, preservar la
biodiversidad y la sustentabilidad devienen preceptos de cumplimiento
obligatorio para toda la legislación inferior así como los actos de gobierno
que en ellas deben encontrar reflejo. De este modo la `Ley de Ambiente (16)–siguiendo con el ejemplo
argentino- es consecuente con ello y establece una serie de principios entre
los que surge la llave del principio precautorio.(17) Es decir, ante la duda
sobre la inocuidad de un producto determinado, el principio precautorio obliga
a no habilitar su uso. Sin embargo en
nuestros países ocurre exactamente lo contrario. Los fitosanitarios son habilitados por los
organismos de control, con los análisis efectuados por las propias empresas
productoras en su desarrollo. Las
entidades de seguridad alimentaria nacionales otorgan las habilitaciones de uso
sin siquiera haber comprobado en nuestros propios territorios la información
declarada. En nuestra dimensión, no han estudiado situaciones de mayor
complejidad, como los efectos sinérgicos entre los distintos tóxicos utilizados
en la siembra directa, y en el caso de
la afectación de las abejas, nada han evaluado sobre el daño a las crías o los
efectos subletales (18) en la población de
abejas.
La cartelización corporativa de las
empresas trasnacionales del agronegocio someten las acciones de los gobiernos
locales que debieran abogar por un ambiente sano y un modelo productivo
equilibrado y armonioso con el medio. La
intensa propaganda sostenida por estas empresas pretende ignorar la seria
afectación que produce el modelo agroindustrial intensivo, sostenido por
agrotóxicos (19)
Un ejemplo grotesco al respecto lo ha
dado el Servicio Nacional de Seguridad Alimentaria Argentino (SENASA) que el
6.9.13 responde a una expresa petición de la Sociedad Argentina de Apicultores
(SADA) a favor de suspender la aplicación de ciertos neonicotinoides por el
daño producido a las abejas, con este párrafo suscripto por la máxima autoridad
del organismo: ”La ciencia claramente ha
demostrado que las abejas y otros polinizadores pueden coexistir de manera
segura con las tecnologías agrícolas modernas tal como es el caso de los
neonicotinoides.” Solo una muestra
más del poder de manipulación real que las corporaciones tienen sobre las agencias estatales.
7.-
Conclusiones.
Ejercicio
colectivo a nivel regional de las acciones ambientales. La apicultura se encuentra en jaque. El
modelo agroindustrial al menos en el cono sur de América promete seguir
extendiendo sus fronteras y reduciendo el marco de desarrollo de la apicultura. El modelo agroindustrial conspira
decididamente en contra de la biodiversidad y del desarrollo de la apicultura y
de sus apicultores. Las legislaciones
latino-americanas han avanzado sensiblemente en la adquisición de derechos,
pero aparece claro que los gobiernos locales no tienen la capacidad de
ejercicio del poder, que hoy tienen las corporaciones trasnacionales de
agroquímicos y de diseño de semillas.
El centro del poder ha sido apropiado en
este caso por quienes manejan la agroindustria a nivel global.
Resulta preciso dotar de legitimidad a asociaciones
apícolas a nivel regional para accionar en bloque frente a este escenario. Pues
el ejercicio de las acciones por el derecho a un ambiente sano, a un modelo de
producción de alimentos en el marco de un concepto de soberanía alimentaria, a
la sustentabilidad de la apicultura en este lugar del mundo, requiere de la
acción decidida de los propios apicultores y de sus organizaciones gremiales. Uno de los problemas de las acciones
ambientales está vinculado con que quien debe ejercer el poder de control y de
equilibrio entre las relaciones de poder, -el gobierno-, en muchas ocasiones
carece del poder real para su ejercicio, o bien existen intereses contrapuestos
entre los del conjunto y los de los funcionarios a cargo. Por ello es necesaria
la legitimación y empoderamiento del conjunto de los apicultores y apicultoras en
reclamo de su interés colectivo, que permita mantener un ambiente sano, en
equilibrio para la vida de los insectos polinizadores y para la práctica de la
apicultura en forma sustentable y en armonía con la naturaleza.
Principio Precautorio. La novísima realidad de los agroquímicos
de última generación ha invadido tierra, agua, aire y a nuestros alimentos, y
ha afectado seriamente a la población de abejas. La aplicación masiva y descontrolada de
tóxicos tiene consecuencias actuales y futuras, sin saber aún a ciencia cierta
la magnitud del impacto y deterioro. Las
empresas químicas pretenden que se demuestre en cada país los efectos dañinos
que tienen sus productos fitosanitarios, para eventualmente analizar alguna
acción restrictiva. El principio
precautorio obliga a nuestros gobiernos a adoptar decisiones en forma
previa. No pueden habilitarse productos
cuya inocuidad o daño potencial no esté adecuadamente establecido y estudiado
en forma previa.
La
Apicultura como actividad productiva esencial del Estado. Por
último, debe instituirse a
la apicultura como actividad productiva esencial de nuestros países, en
relación directa con el principio constitucional de garantizar la
biodiversidad. Las abejas son garantes
de biodiversidad, pues son los polinizadores más eficientes de plantas
silvestres y de cultivos para la alimentación humana y animal. Esto permitiría
elevar el rango de la apicultura como un bien social del Estado, que permita
diseñar planes y programas de fomento real de la actividad, garantizar el
desarrollo de los apicultores y procurar el equilibrio de los procesos de
producción agrícola ganadera, dentro de parámetros que respeten el ambiente, la
biodiversidad y la sustentabilidad económica y social.
[1]
Presentado en el Congreso Latinoamericano de Apicultura, Cuba, 2016.
Publicado en La Gaceta del
Colmenar, Revista de la Sociedad Argentina de Apicultura nº 629
[2] FAO. Segundo Informe Sobre El Estado De Los RECURSOS FITOGENÉTICOS PARA
LA ALIMENTACIÓN Y LA AGRICULTURA EN EL MUNDO
[3]
Secretaría de Ambiente de la Nación. Primer
Inventario Nacional de Bosques Nativos. (Diciembre 2005)
[5] ONU Evaluación de Recursos Forestales
Mundiales. 2015 http://www.fao.org/forest-resources-assessment/es/
[6] Agrotóxicos;
En este trabajo se utilizan las palabras agrotóxicos, agroquímicos o
fitosanitarios en forma indistinta, para hacer referencia a los herbicidas,
insecticidas y fungicidas utilizados en la producción agroindustrial.
[7]
Sobre la pérdida de diversidad en semillas en USA en el último siglo:
[8] Henry Kissinger introduce ese concepto
en el Memorandum 200 de 1974.
[9] Simposio internacional sobre
biotecnologías agrícolas. ONU Roma febrero 2016. http://www.etcgroup.org/es/content/vision-corporativa-del-futuro-de-la-alimentacion-promovida-en-la-onu-mas-de-100
[11] Editorial de la revista Nature, 2010
[12]
Red Universitaria de Ambiente y Salud.
http://www.reduas.com.ar/
Gráficos elaborados por REDUAS con la información publicada
por la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes CASAFE. http://www.casafe.org/
[13] Effects of sublethal doses
of glyphosate on honeybee navigation
María Sol
Balbuena, Léa Tison, Marie-Luise Hahn, Uwe Greggers, Randolf Menzel, Walter M.
Farina
Journal of
Experimental Biology 2015 218: 2799-2805; doi: 10.1242/jeb.117291.
[14]
Declaración de Rio sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo.
PRINCIPIO 1 Los seres humanos constituyen el centro de las
preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible. Tienen derecho a una
vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza.
PRINCIPIO 2 De conformidad con la Carta de las Naciones
Unidas y los principios del derecho internacional, los Estados tienen el
derecho soberano de aprovechar sus propios recursos según sus propias políticas
ambientales y de desarrollo, y la responsabilidad de velar por que las
actividades realizadas dentro de su jurisdicción o bajo su control no causen
daños al medio ambiente de otros Estados o de zonas que estén fuera de los
límites de la jurisdicción nacional.
PRINCIPIO 3 El derecho al desarrollo debe ejercerse en
forma tal que responda equitativamente a las necesidades de desarrollo y
ambientales de las generaciones presentes y futuras.
[15] Zaffaroni Eugenio Raúl. La Pachamama y el Humano. Ediciones Madres de Plaza de
Mayo. Editorial Colihue. Buenos Aires 2013.
[16]
Ley 25675 Argentina. http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/anexos/75000-79999/79980/norma.htm
[17] Principio
precautorio: Cuando haya peligro de daño grave o irreversible la ausencia
de información o certeza científica no deberá utilizarse como razón para
postergar la adopción de medidas eficaces, en función de los costos, para
impedir la degradación del medio ambiente.
[18] Entre otros: Effects of field-realistic doses of glyphosate on honeybee appetitive
behavior Lucila T. Herbert, Diego E. Vázquez, Andrés Arenas, Walter M.
Farina Journal of Experimental Biology 2014 217: 3457-3464; doi:
10.1242/jeb.109520
Sub-lethal exposure to neonicotinoids impaired honey bees winterization
before proceeding to colony collapse disorder
Chensheng LU,
Kenneth M. WARCHOL, Richard A. CALLAHA
A Common Pesticide Decreases Foraging Success and Survival in Honey Bees
Mickaël Henry,
Maxime Beguin, Fabrice Requier, Orianne Rollin, Jean‐François Odoux, Pierrick Aupinel, Jean Aptel, Sylvie
Tchamitchian, Axel Decourtye
[19]
Así Bayer: BEECARE de
BAYER refutando cualquier incidencia de los neonics en las abejas.
Bayer remains
committed to understanding the multi-causes that impact the health of
pollinators by bringing together some of the brightest minds in agriculture and
apiology to develop comprehensive solutions for bee health through its North
American Bee Care Center which is part of the company’s $12 million investment
in bee health in 2014.
Así Syngenta página Oficial
Since we do not
believe pesticides cause bee losses, banning them will not make any difference
to bee health. This is also the view of the Swiss and other Governments.
Hablemos de Semillas
Por
Pedro Kaufmann
O de cómo apropiarse de 50.000.000 de años de trabajo de las abejas y de 11.000 años de trabajo de agricultores y apicultores.
Vamos a tratar de pensar un poco qué tan importante nos
resulta a los apicultores la sanción de una ley de semillas en Argentina.
El uso libre de las semillas por parte de los agricultores,
y las leyes o el Derecho, se acompañan desde la cuna. Fue allá por la edad de piedra,
particularmente durante el periodo neolítico, cuando los hombres y las mujeres
hasta allí, simples cazadores y recolectores, comienzan a realizar sus primeros
asentamientos permanentes. Domestican
animales, aprenden a cultivar sus primeros granos y plantas, y desarrollan toda
una nueva tecnología de conservación y resguardo de los alimentos. Probablemente uno de los mayores procesos
evolutivos de la humanidad. De estos
nuevos procesos nacen otras necesidades.
Nunca antes habían existido problemas tales como qué hacer con lo
cosechado, o con las crías de sus animales o mismo con los artefactos
elaborados. Con la acumulación de semillas, y de esos otros bienes, cuestiones
estas que la trashumancia perpetua no permitía, también nace el Derecho. Leyes
necesarias para resguardar lo de unos, frente a las apetencias de los otros. Reglas mínimas para garantizar estas
novedosas convivencias comunitarias.
Desde hace unos
11000 años vienen caminando de la mano las leyes y el uso e intercambio libre
de las semillas.
Paradojas aparte, hoy estamos frente a un escenario en el
cual el poder de ciertas empresas trasnacionales, Bayer – Monsanto, Syngenta-ChemChina,
Basf y Dow-Dupont y algunas otras pone en jaque a la humanidad en su conjunto,
pues pretenden tener Derecho de Patente (título de propiedad) sobre las
semillas. El derecho del obtentor. Quieren apropiarse de esas mismas semillas
que tras millones de años de evolución nos ha prestado la naturaleza, para
vivir en este planeta.
La historia en síntesis es la siguiente: Una empresa toma
alguna de esas semillas luego de millones de años de evolución natural, y otros
tantos miles de años de trabajo cultural, de cuidado y mejoramiento hecho por los
pueblos agricultores. Ese conjunto de
sabiduría y constancia ancestral es alterado en su mapa genético, para obtener
cierta “ventaja” de esa semilla sobre sus pares. Eso es Transgenia. Un proceso por el cual se
modifica la cadena de ADN de una semilla con un segmento de ADN de otra
especie. Así, la omnipotencia científica
de las últimas décadas ha determinado que “esas semillas transgénicas” han de
ser mejores que el trabajo evolutivo y de selección hechos hasta el presente. Ese nuevo “evento” es patentado por la empresa
como de su propiedad. Luego cada vez que
ese segmento de ADN modificado aparezca en el producto cosechado, el productor
deberá abonar regalías a la empresa.
Alguien quizás desprevenido podría suponer que en el marco
del desarrollo tecnológico realizado por la empresa, es lógico que obtenga una
retribución adecuada por su millonaria inversión. Y es aquí donde el juego perverso del sistema
impone alguna otra reflexión.
Un par de ediciones atrás se
señalaba en estas mismas páginas que “Alrededor del
80% de la diversidad de semillas en estado natural en todo el mundo, ha
desaparecido en el último siglo, con una perceptible aceleración en las últimas
décadas. (FAO 2010)(i). Esa disminución de la diversidad no responde
a avatares ajenos a la acción del hombre, sino que en mayor o menor medida, de
acuerdo a cada región, se revela en escenarios reconocibles, ligados a
actividades de explotación antrópicas.
Uno de los factores primarios causante de la pérdida de biodiversidad,
es la destrucción de bosques. En Argentina en 75 años ha desaparecido el 66% de
sus bosques nativos.(ii) En Brasil, en los últimos 40 años se ha degradado el 20% de la Amazonia (iii) y figura primero en la lista de desaparición de bosques de la Evaluación de los
Recursos Forestales Mundiales 2015 de Naciones Unidas, que coloca además, a la
Argentina, en el noveno lugar y al Paraguay le atribuye una tasa escalofriante
de desmonte del 1,9% anual del total de su superficie de Bosques (ONU 2015)(iv). Ello está íntimamente ligado a la presión
demográfica y a la “necesidad” de extender la frontera agrícola para implantar
monocultivos industriales, que subsumen en su esencia, la utilización de
millones de litros de agrotóxicos, y la adopción obligada de semillas de diseño
de alto rendimiento.(v) Pero a ello, hay que sumar otro fenómeno
moderno, que es el control oligopólico de las semillas, que además de implicar
una virtual confiscación del derecho atávico al uso de las semillas propias,
por parte del agricultor local, y el consecuente pago de regalías y patentes,
determina la exclusiva utilización de ciertas semillas de “alto rendimiento” en
perjuicio de la diversidad de semillas autóctonas.(vi)
Todos
estos cofactores coadyuvan a la pérdida de la biodiversidad. El 80% de las
semillas comercializadas en el mundo está en manos de diez empresas. El 20%
restante en cientos de miles de agricultores. Tres empresas transnacionales
manejan más del 50% del mercado de las semillas del mundo. Hace veinte años el
mercado de los agroquímicos estaba en manos de 65 empresas, hoy sólo 9 de ellas
controlan el 92% del mercado.”(vii)
“El proyecto de nueva
ley de semillas derriba la posibilidad de que Argentina desarrolle un sistema
alimentario saludable y de acceso popular. Va directamente en contra de la
promesa de "hambre cero" propuesta como eje de las políticas públicas
del Gobierno Nacional. Con el cobro de regalías por el uso de semillas registradas
crea un mecanismo de renta a favor de las grandes empresas del sector, que
promueven una agricultura más dependiente de cultivos transgénicos y
agrotóxicos. El mismo modelo agrario que es responsable de la emergencia
forestal por su avance territorial sobre los bosques nativos y de la contaminación
química de agua potable y alimentos; mientras, sólo ofrece alimento para
animales, agrocombustibles, aceites industriales y materia prima para alimentos
procesados o comida rápida.
Esta agricultura
es conocida como la "convencional" porque controla el 80% del
territorio cultivable argentino. A su vez, marginan a quienes, con el 20% del
territorio cultivable, producen el 70% de la comida y proveen el 53% del empleo
rural: la agricultura familiar, campesina e indígena.
El Gobierno
promueve que el derecho de uso propio de semillas (libre intercambio, uso y
mejoramiento) sea excepcional (para quienes se encuentren en el registro de
agricultura familiar). Y el pago de regalías la regla general. De este modo, se
da más poder al modelo agroindustrial. El sistema de propiedad sobre las semillas
propuesto por el Gobierno dará más impulso al desplazamiento territorial de la
agricultura familiar, el uso de agrotóxicos y los desmontes. Genera un contexto
de competencia desleal a favor de la agricultura industrial, dependiente de
cultivos transgénicos y agrotóxicos, mientras sepulta las posibilidades de que
el país pueda producir alimentos saludables y accesibles para toda la población
sin contaminar con agrotóxicos.” (viii)
Esta situación que enfrentamos va a determinar que hoy las
4 fusiones de las empresas químicas más importantes Bayer-Monsanto,
Syngenta-ChemChina, Basf y Dow-Dupont, que ya se han apropiado del 60% del
mercado de semillas en todo el mundo, manejen en definitiva y a su arbitrio los
alimentos del conjunto de la humanidad.
Los apicultores estamos en un escenario que en las últimas
décadas se ha deteriorado de forma grave y que amenaza con ser irreversible.
Desaparición de pasturas apícolas, menores rindes, inundaciones y sequías,
contaminación de colmenas y de las flores y el agua que ellas necesitan para su
producción, y hasta de sus propios productos.
La nueva ley y su pretendido Derecho de Propiedad Intelectual
sobre las semillas propuesta por Monsanto y el Gobierno, profundiza y torna
irreversibles las consecuencias del modelo agroindustrial, y las convierte en devastadoras
para las abejas y la apicultura.
Más desmontes para obtener más tierras cultivables, resulta
igual a más tierra arrasada, a destrucción de los ecosistemas, lo que promueve
mayores inundaciones y/o agrava las sequías de acuerdo a las regiones y pérdida
de diversidad biológica.
Más cultivos transgénicos determinan menor diversidad de
flores, menos alimentos para las abejas y reducción de zonas apícolas.
Más herbicidas como el glifosato conllevan la desaparición
de todas las flores silvestres, y la impermeabilización de los campos y la
contaminación de la tierra y el agua, e incluso de nuestras mieles.
Más insecticidas –y como sabemos las abejas son insectos-,
más muerte de colmenas en forma directa o lenta a través de los efectos
subletales y/o sinérgicos con otros tóxicos.
Más modelo agroindustrial es menor actividad rural,
disminución de las urdimbres sociales que construyen el poder de producción,
comunicación e intercambio de alimentos y servicios en los pueblos, y un
marcado corte generacional en las actividades rurales, entre ellas la
apicultura, en donde podemos observar un notable envejecimiento del promedio de
edad de criadores de abejas.
La ley de semillas pretende ser impuesta en Argentina para
expandir aún más los beneficios de los dueños de esos grupos empresarios y pone
al Estado Nacional al servicio de estas empresas obligando a los agricultores
al pago de regalías e imposibilitándole la utilización de semillas que se han
cuidado e intercambiado libremente durante miles de años. Y lo pueden hacer, porque sus propios
accionistas y/o gerentes están hoy en puestos claves del gobierno nacional y de
los gobiernos provinciales. Esta propuesta de ley de semillas pone a
disposición de aquellos grupos empresarios el sistema alimentario argentino.
En esta coincidencia no asombra la circular interna del
INTA de mayo de 2017 por la cual prohíbe a sus directores y técnicos utilizar
la palabra agrotóxicos, debiendo limitarse a la palabra fitosanitario.(ix)
Resulta necesario que como apicultores asumamos un rol
activo. Esta ley de semillas es más
veneno para nuestros campos y más muerte para nuestras abejas. Menos miel, al igual que menos alimentos
sanos para nuestras familias.
No debemos esperar a que estas mismas empresas reclamen el
derecho de patente sobre nuestras abejas.
Estas mismas empresas que crean el problema, en poco tiempo van a
proponernos una solución mágica. Abejas resistentes. Abejas resistentes por ejemplo a ciertos
insecticidas neonicotinoides. Y por
supuesto que tanta preocupación e inversión “merecerá” un reconocimiento. Entonces –quizás nuestros hijos e hijas-,
comiencen a verse obligados a comprar estas nuevas abejas de diseño más
resistentes. Ellos nacerán con los
venenos instalados en su derredor y verán un avance en las abejas de diseño.
Todas las abejas serán de diseño en poco tiempo, pues los
zánganos Monsanto serán más hábiles y más rápidos consiguiendo fecundaciones
aún en otoño.
Todos pagaremos por sus abejas modificadas genéticamente,
resistentes a los insecticidas diseñados para las plantas genéticamente
modificadas.
Todos pagaremos, por más veneno.
Todos somos responsables de tener una posición clara y
asumir una conducta activa frente a este modelo ecocida que conlleva en sus
entrañas la desaparición de la apicultura.
[i] FAO. Segundo Informe Sobre El estado de los recursos
fitogenéticos para la alimentación y la agricultura en el mundo. http://www.fao.org/docrep/014/i1500s/i1500s00.htm
[ii]
Secretaría de Ambiente de la Nación. Primer
Inventario Nacional de Bosques Nativos. (Dic. 2005)http://www.ambiente.gov.ar/archivos/web/UMSEF/File/PINBN/informe_nacional_pinbn.pdf
[iv]
ONU Evaluación de Recursos Forestales Mundiales. 2015
[v] Agrotóxicos;
En este trabajo se utilizan las palabras agrotóxicos, agroquímicos o
fitosanitarios en forma indistinta, para hacer referencia a los herbicidas,
insecticidas y fungicidas utilizados en la producción agroindustrial.
[vi]
Sobre la pérdida de diversidad en semillas en USA en el último siglo:
[vii] La Gaceta del Colmenar nº 629 “El Modelo Agroindustrial
es ilegal” www.sada.org.ar
[viii] Se recomienda especialmente la lectura
de este informe: Greenpeace Argentina. Informe sobre la ley de
semillas, http://www.greenpeace.org/argentina/Global/argentina/2017/3/INFORME-Ley-de-semillas-30-vinculos-entre-el-Gob-y-las-agroquimicas.pdf
[ix] INTA. Circular interna mayo 2017. “En las comunicaciones de los
profesionales, así como en los materiales impresos, virtuales, o en cualquier
otro tipo de comunicación institucional correspondiente al INTA o a alguna de
sus unidades, Programas, Proyectos, o instrumentos de intervención, cualquiera
sea su categoría, deberá practicarse una
abstención irrestricta del empleo de: 1- El nombre o logo de agrupaciones
políticas o partidarias.
2- El
término “agrotóxico”, ya que su empleo implica una posición valorativa
negativa que presupone un uso inadecuado o inapropiado de una alternativa
tecnológica que bien empleada no debería constituirse en riesgo para la salud
humana o ambiental. Se debe emplear “productos fitosanitarios” o “agroquímicos”
en vez de “agrotóxicos” o cualquier otra referencia que implique un
posicionamiento sobre estos productos que no se corresponde con decisión
institucional alguna.
Saludos Cordiales. Ing. Agr. Dr. Hernán J. Trebino.
Director. Centro Regional Buenos Aires Norte
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